Según recoge el Observatorio Esclerosis Múltiple de España, el período ideal para iniciar el tratamiento con fisioterapia es cuando se confirma el diagnóstico. En el mismo sitio se indica que, según la Sociedad de Fisioterapeutas del Reino Unido (https://www.csp.org.uk) el momento de mayor potencial de recuperación y adaptación del sistema nervioso central se da en las fases primarias de la enfermedad. Por tanto, la intervención oportuna y temprana de los fisioterapeutas puede maximizar tu autonomía y reducir el impacto de la enfermedad.
Los fisioterapeutas, integrantes indispensables del equipo de neurorrehabilitación, tienen un rol relevante en la gestión de síntomas específicos de la EM, como el dolor y la espasticidad (trastorno caracterizado por la rigidez muscular y los espasmos involuntarios).
Concretar y mantener en el tiempo una rutina de ejercicios fisioterapéuticos adecuados a tu situación vital colabora para aliviar algunos síntomas de la EM, aumentar la movilidad y la función muscular. Puede que te dé pereza, que no tengas ganas de hacer ejercicio, que te autoimpongas excusas como la falta de tiempo, pero es importante que sepas que es una de las mejores cosas que podés hacer para mitigar los síntomas y mantener tu musculatura activada. No solo mejorará tu calidad de vida, incidirá positivamente para frenar o demorar el avance de la EM.
La fisioterapia aporta beneficios en:
- - La fuerza muscular.
- - Las mejoras funcionales.
- - La capacidad cardiovascular.
- - Los umbrales aeróbicos, que están ligados a los cambios que se producen en el metabolismo durante el ejercicio, y, por ende, repercuten en la utilidad que lográs en tu sesión.
- - Los niveles de actividad.
Siempre en acuerdo con tu médico, hay tres tipos de ejercicio que podés realizar:
Estiramientos - Te ayudan a mejorar la flexibilidad, el rango de movimiento, el equilibrio y la conciencia sobre las diferentes partes de tu cuerpo. El yoga, el taichí y el pilates son prácticas que generan estiramientos graduales, suaves y pueden adecuarse a diferentes realidades vitales.
Ejercicio aeróbico - La actividad aeróbica incrementa tu ritmo cardíaco, te ayuda a dormir mejor e incide positivamente en tu ánimo. Nadar, caminar con buen ritmo, trotar, correr e incluso usar videojuegos de simulación deportiva, pueden ser una alternativa interesante y divertida. En todos los casos es necesario que te mantengas hidratado, tomes agua seguido y poca cantidad cada vez, porque es muy importante evitar el exceso de calor, que puede derivar en un aumento de los síntomas.
Entrenamiento de resistencia - Si querés aumentar tu resistencia, porque te resultan complejas tareas rutinarias como tender la cama, vestirte o bañarte, consultá con un fisioterapeuta que te arme una rutina a tu medida.
La actividad física mejora:
- - La función muscular.
- - La movilidad.
- - Las alteraciones esfinterianas.
- - La cognición.
- - La memoria.
- - La calidad del sueño.
- - El estado de ánimo.
Para lograr mejores resultados es clave que converses con tu médico y el equipo de rehabilitación para saber qué rutinas y tipo de actividad se adapta mejor a tu realidad.